
Derrotado silenciosa y vertiginosamente
sólo veo el dolor en tu rostro,
un rostro apagado por la enfermedad
que devora tus entrañas.
Se apaga el brillo de tu piel cetrina,
una mirada desapasionada, desvaída,
y pálida de tintes dolorida.
Cariño y compañía.
Esperanzas derrotadas por una vida
imprudente y arriesgada.
Las lágrimas lavan y purifican inmaculadas
una decisión tardía,
el alcohol, no fue tu amigo.
Lo has superado, lo has logrado
el alcohol, ya no es tu amigo.
Carmen Lajarín Suárez
"Eurídice-v"
A mi marido.