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domingo, 9 de enero de 2011

La Biblia. Un libro para no olvidar.


El hombre rompió su amistad con Dios y se apartó de Él. Pero Dios le dio su perdón misericordioso y le ofreció su salvación.
Un día, Dios eligió a un hombre llamado Abrahán. Le sacó de su tierra e hizo con él un pacto de amistad. Así se convirtió en padre de una gran pueblo: Israel, que sería el mensajero de su amor a todos los hombres.

No fue fácil la historia de este pueblo. En Egipto fueron tratados como esclavos. Pero el Señor escuchó sus gritos y les envió a Moisés para liberalos de toda opresión. Pasaron el Mar Rojo y, tras muchas penalidades, llegaron al monte Sinaí. Allí Dios estableció con ellos una solemne Alianza, les entregó sus mandamientos y les hizo su pueblo. Durante cuarenta años, con la ayuda de Dios, atravesaron el desierto y entraron en la tierra que Dios había prometido a Abrahán y a sus descendientes.

Con el correr de los años aquel pueblo llegó a ser un Reino y tuvo reyes como David y Salomón.
Al verse fuerte y poderoso se olvido del Señor. Pero Dios hizo surgir profetas como Elías, Eliseo, Amós y Oseas, Isaías, Jeremías y Ezequiel, que defendían la figura de un Dios justo y compasivo. Predicaron la buena convivencia.

Los profetas denunciaron toda injusticia, invitaron al pueblo a la conversión. Israel no quiso oír a los profetas, siguió envuelto en la corrupción que le llevó a la ruina.

El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén, arrasó el templo y toda la ciudad, y llevó cautivo al pueblo a Babilonia, Israel atravesó en el destierro la prueba más dura de su fé. Alli Dios purificó la fe de su pueblo.

Cuando Babilonia cayó en manos de Ciro, los judíos regresaron a su patria y, llenos de alegría, reconstruyeron el Templo, donde se reunían para sus oraciones y sacrificios.

Pasaron los años. El pueblo judío fue invadido, entró en contacto con culturas paganas. Dios siguió guiando a su pueblo por medio de sabios israelitas que ayudaron a los judíos a mantenerse fieles a sus tradiciones. Gracias a ellos descubrieron que Dios es para todos los hombres, de cualquier tiempo, raza y cultura.

Se esperaba, pues la venida del Mesías desde hacia mucho tiempo. Dios finalmente envió a su Hijo, Jesús nació pobre en Belén. Su manera de ser y actuar no respondía a veces a lo que muchos esperaban. Sus palabras provocaron enfrentamientos y rechazos. Fue tolerante con quienes le ofendieron.

Jesus recorrió los pueblos y ciudades de Palestina, dando a conocer su gran proyecto: Un hombre nuevo, una forma distinta de relacionarse los hombres entre sí. Pasó tiempo predicando, atendiendo a la gente, sanando y curando enfermos. Los otros son para Él un valor esencial. Murió por la verdad y la justicia. Amor y entrega sin igual.


La Iglesia de Jesús comenzó su historia y primeros años de vida en el mundo judío, Palestina, bajo la dominación del Imperio Romano: persecuciones, arrestos, juicios, ejecuciones...Se fue extendiendo por todo el Imperio (Samaría, Galilea, Asia, Grecia, Roma..) y creando a su paso pequeñas comunidades de discípulos....sobreviviendo a detractores y  adversidades......

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