Descubrir que nadie posee la verdad absoluta es la mejor manera de aprender de las opiniones y de los puntos de vista de los demás.
Hay personas que necesitan oponerse sistemáticamente a todo cuanto dicen los demás como si su existencia dependiera de esa permanente confrontación dialéctica. No importa si el tema es de gran profundidad o es trivial. Es indiferente, que exista un acuerdo general al respecto o que los argumentos sean de una lógica aplastante. Estas personas necesitan expresar su desacuerdo y, a menudo, lo hacen de forma airada. Es necesario estar profundamente convencidos de que sólo poseemos la verdad a medias y de que abrir nuestra capacidad de escuchar nos enriquece. También debemos estar dispuestos a aceptar nuestros errores, sin que esto se convierta, en una catástrofe, capaz de sumir nuestra vida en la más absoluta miseria.
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